“Me siento triste, me siento enojado porque yo soy de Indonesia, estoy realmente enojado, así es como me siento con toda esta situación” Aldo Siahaan.
“Estoy triste, enojada pero también abierta para aprender acerca de cómo yo puedo levantarme con mis hermanos y hermanas en Cristo Jesús” Marta Castillo.
“Estoy triste con toda esta situación especialmente porque estoy viviendo en los Estados Unidos, un país que defiende los Derechos Humanos” Stephen Zacheus.
“Me siento impotente, los asiáticos somos apenas el 5% de la población en los Estados Unidos, somos una verdadera minoría, no sabemos qué hacer, no sabemos cómo responder” Benny Krisbianto.
Nosotros la iglesia hispana no somos ajenos a los ataques de odio, de discriminación, de xenofobia y de rechazo que sufren los inmigrantes en los Estados Unidos, por eso debemos sentirnos más cercanos que nunca al corazón de nuestros hermanos y hermanas asiáticos, en estos días cuando ellos se han convertido en el foco de una ola de violencia sesgada por el odio y la ignorancia.
“Este Webinar es un espacio de ánimo para lideres asiático-americanos. Espíritu del Dios viviente, haz de esto un espacio seguro y de transformación mutua para todos/as”, con estas palabras se abrió el pasado 25 de marzo el espacio de reflexión y diálogo realizado por la Conferencia Mosaico llamado Buscando Paz y Justicia en un tiempo marcado por la Violencia hacia los Americanos-Asiáticos.
Como iglesia buscamos responder a este serio problema y por eso debemos sentir en nuestros corazones el mismo dolor al ver la violencia que sufren nuestros hermanos y hermanas asiáticas como si sucediera con una persona hispana.
En nuestras congregaciones vale la pena hacernos las mismas preguntas que se plantearon en los primeros minutos del Webinar:
¿Cómo te sientes acerca de esto?
¿Cómo estás?
¿Qué estás viviendo?
Hay que recordar que uno de los llamados fundamentales de la iglesia por parte del Espíritu de Dios es el de la unidad, el cuidado entre nosotros, el hambre y sed de justicia. Que este corto artículo nos sirva para poner cartas en el asunto también a las iglesias hispanas, porque esto es algo que también nos concierne, que nos anime a orar públicamente en nuestras congregaciones, a quejarnos como si fuera nuestra propia gente porque en realidad los asiáticos también son nuestra propia gente, eso lo aceptamos y valoramos en el momento que comprendemos el llamado del evangelio de Jesús en nuestras vidas junto a su amor.