Primera parte
UNA MIRADA
Tiempo atrás, no mucho, leí en algún sitio que mirar es detenerte sobre algo. Esas palabras las memoricé, cosa rara. Porque mis métodos de memorización no son muy avanzados y siendo siencero no suelen dar tan buen resultado, apenas cuento con maneras típicas, que son la usual repetición, ya sea sobre papel o en mi boca, y esa otra que es un jueguito de semejanzas que todos hemos hecho alguna vez, donde uno empareja lo que quiere memorizar con otra palabra más conocida o con una canción, una película, un chiste, o lo que sea que sirva para el caso.
Esta es una de las razones por las que aseguro, sin aparentar modestia, que mis capacidades de aprendizaje suelen ser más que todo tímidas.
Pero me habrán conmocionado internamente estas palabras, algo seductoras tienen; digamos que me han ocasionado una implosión de aprendizaje, porque cada vez que medito en ellas termino hallando algo nuevo, algo así como arribar a una nueva costa.
Pienso que la razón de este repentino encanto se debe a lo originalmente irónico en esta idea: que en este mundo repleto de imágenes y de vértigo, la mirada sea un ejercicio lento, incluso de suspención.
Y además, resulta ser una idea que hace buen eco, como rima que sabe encajar sobre el beat, con aquello que ha sido mi propuesta, o mi búsqueda, en este blog. Pues basta con recordar el nombre: el blog de las pequeñas cosas, una alusión a lo mucho y a la vez tristemente desvalorado que posee lo pequeño, algo a su vez doblemente victima en este país grande y por lo tanto de grandes cosas, así como repiten una y otra vez las personas aquí: “Big country, Big stores”.
Pues resulta imperativo ejercitar la vista y con ello quiero decir ´no solamente la visión de los ojos´, para lograr ver lo grande en lo pequeño. Y con ello re-aprender a detenernos, recordar algunos de los significados previos a la invasión del post modernismo que vino creando y matando, en proporciones alborotadas.
Entonces en este capítulo trataré de hacer algo diferente: escribir sobre las huellas, que son testigo de nuestro paso; las cuales escribiéndolas a la forma y manera que lo haré, se vuelven memoria pura, o sea, memoria desordenada y llena de tierra, “sucia” dirán algunos, y yo les digo: Sí, sucia, sucia de presente y de sueños, de motivos y sucias de nostalgia.
Así los invito a leer los siguientes dos capítulos del blog, o quizá tres – eso lo decidirá la atinada dirección del blog y mi propia intuición para saber cuando seguir y cuando detenerme-, que he escrito en mi breve pero excitante paso por el estado de la Florida, donde tuve el fascinante y conmovedor provilegio de compartir con más y más familias hispanas, familias inmigrantes, venidas de tantos países diferentes, y cada una llena de tantas historias y huellas que valen la pena ser recogidas por este escritor errante y nostálgico -como buen colombiano-.
Autor: B. Javier Márquez.
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