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Mosaic News en Español

Fernando Loyola, Yo No Quiero Ser Ajonjolí De Todos Los Moles

March 24, 2021 by Cindy Angela

Así se dice en México cuando se quiere dejar en claro, que hacer de todo no es necesariamente dejarlo todo hecho de la manera más adecuada, o prestarse para ayudar en todas las direcciones puede acarrear la mala fortuna de no llegar a tiempo a ningún sitio. En el mundo hispano hablante tenemos muchas expresiones que quieren decir lo mismo, por ejemplo esa de que ‘el que mucho abarca poco aprieta´, o la que dice que ‘quien no sabe a dónde va, cualquier bus le sirve.’

Son ese tipo de dichos populares los que suelen abarcar una sabiduría profunda, este en particular: YO NO QUIERO SER AJONJOLÍ DE TODOS LOS MOLES, es la persona que expresa aplomo, solvencia y un profundo conocimiento de la labor. Por eso Fernando Loyola lo ha utilizado al tiempo que narra muchas de las peripecias que la Iglesia Centro de Alabanza ha tenido que librar.

“Ha sido importante identificar las necesidades reales que tienen las personas de la iglesia e incluso de la comunidad cercana, porque ayudas podemos dar muchas, pero la pregunta es dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos” Fernando Loyola.

En la iglesia Centro de Alabanza de Filadelfia, recién iniciada la pandemia, se pudo evidenciar el trabajo duro de sus líderes. Fernando explica que pudo incluso ser desesperante al comienzo, tantas voces en necesidad, tantos casos de cuidado, tan pocas manos, e incluso la falta de fuerzas propias para cubrirlo todo. Su familia incluso se enfermó toda de Covid, junto a la preocupación por la salud propia, se sumaba la preocupación por estar cada vez más incapacitados para cubrir las necesidades que seguían en aumento. 

En este escenario lo único posible era poner la esperanza en el Señor,  Él respondió con el surgimiento de voluntades dentro de la comunidad que estuvieron dispuestas a ayudar incluso cuando no supieran cómo hacerlo. Así, en la iglesia durante todo este tiempo se han adaptado diferente tipo de ayudas: de comida, de asistencia estudiantil, han conectado la iglesia con el sistema de salud para brindar pruebas Covid y han trabajado incansablemente para ayudar a los inmigrantes indocumentados, quienes no gozan de los subsidios del gobierno. 

El pastor Fernando Loyola hoy ha llegado a una conclusión importante: “He aprendido más que nunca cuál es el valor de la comunidad, y más cuando se ha tratado de una comunidad intercultural.”

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Isaac Rivera Tres Meses Rebotando de Casa en Casa y Una Vida Consagrada

March 18, 2021 by Cindy Angela

En sus recuerdos de la niñez era feliz corriendo por la playa en compañía de sus hermanos y su padre. Años después Isaac viviría días de soledad en una ciudad tan lejana y desconocida, a donde no pertenecían. Luego en un vecindario peligroso y después, cuando ya su vida parecía haberse plantado en New Jersey, otra vez de salida en dirección a Sarasota.

El avión aterrizó en plena nevada

Cuando aterrizaron en Nueva York, la ciudad atravesaba una tormenta de nieve. José Rivera estaba junto con su esposa Elena de pie en el sitio de llegadas en el aeropuerto con cada uno de sus tres hijos: Isaac, Islia y Jaser.  Nadie los había ido a recoger. Nunca se supo qué sucedió con la persona que les había traído a los Estados Unidos con la falsa promesa de pastorear una iglesia. Juan José llamó un amigo y logró conseguir cama y techo a su familia por la primera noche en los Estados Unidos. Se mudaron a Lancáster, donde pasaron tres meses rebotando de casa en casa, familias que les permitían hospedarse por un par de semanas, hasta que José encontró trabajo como sastre y limpiando en un hotel. No llevaba mucho tiempo cuando la Conferencia Menonita de Lancaster lo llamó para invitarle a pastorear una iglesia en Camden, Nueva Jersey. 

No ha sido fácil ser hijo de pastor, nuevos en todas partes

Su padre don Juan José Rivera, señor de años y muchas historias,  ha sido pastor casi por toda su vida. Hace 26 años, un 4 de abril, se movía con su hijo mayor desde Nueva Jersey hacia Sarasota, Florida. Se mudaba a pastorear la iglesia Seguidores de Cristo, donde aún funge como pastor. Fue un cambio duro para Isaac, al poco tiempo de haber llegado ya quería devolverse. Su madre y hermanos debieron esperar seis meses para que la familia entera se pasara a la Florida. Para Isaac no ha sido fácil ser hijo de pastor, porque es complicado estar siempre bajo la vigilancia y el señalamiento de todos, pero es hombre agradecido, porque valora la educación que recibió de sus padres.

La voz del señor

Isaac, piensa de sí mismo como alguien tímido y reservado, Uno de sus sueños es comprarse una casa cerca a la playa para volver a trotar en las mañanas y lanzarse a las olas a eso de las 7 de la mañana. Siente un llamado de cuidar a otros. Es profesor de escuela dominical, disfruta de la predicación y la enseñanza. Devora libros como un bibliotecario.  Labora en una imprenta y vive junto a su esposa Osmeri con sus hijos Jacqueline, Ammishaddia, Andrew y Madeleine. La historia de su familia es una historia de riesgos impulsados por el amor a seguir la voz del Señor.

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Marisa Smucker No Estaba Lista Solo Necesitaba un Año

March 11, 2021 by Cindy Angela

“Pensar fuera de la bolsa…”
“Dios nos da paciencia y determinación…”
“Muchos cambios requieren de tiempo, a veces años, esfuerzo, paciencia…”
“Dios nos ha puesto por alguna razón…”
“Estoy abierta a ideas y maneras de expresar el amor de Dios en cualquier lugar…”

Estas son apenas un ejemplo de las frases que podrías pescar en una conversación con Marisa Smucker.


Foto por Marisa Smucker

Marisa Smucker es una mujer hermosa, piel canela, ojos cafés, cabello rizado, sonrisa inmensa. Los anteojos que usa no son un utensilio decorativo, tienen una doble función, la primera y más obvia es dar apoyo a sus ojos que se les dificulta ver, pero la segunda y más interesante, es que sirven también como una prenda que caracteriza fácilmente esa vocación que tiene de observar detalladamente. 

Adoptada en Costa Rica y llevada a Elkhart 

Siendo de apenas 19 meses de nacida fue adoptada por sus nuevos padres en Costa Rica y llevada a Elkhart County, Indiana. De este modo creció en los Estados Unidos en el calor de su nueva familia. Tuvo una educación basada en la fe cristiana y fue a una universidad Menonita para graduarse como trabajadora Social. 

A su carro no le tenía el más mínimo cariño

Recién graduada aplicó a un trabajo voluntario y después continuó trabajando y viviendo en la ciudad de Pittsburg con jóvenes y pastores de la comunidad. Un día, al abrir sus ojos y al bajar al garaje vió su carro, noto súbitamente que no le tenía el más mínimo cariño y se fue caminando. Así explica Marisa que sucedió: Dios le estaba haciendo sentir que era tiempo de cambiar de aires, de salir de aquella ciudad donde había estado por los últimos 12 años de vida. 

Más tarde vivió en su país natal por más de 7 años, enseñó inglés y se conectó con su tierra natal, comiendo lo que los costarricenses comen, aprendiendo sus chistes y su manera de hablar el español. Una mañana, recuerda Marisa, escuchó una voz en su habitación que le decía “Es tiempo.”  

-No estaba lista, pero le dije que sí al Señor, que solo necesitaba un año-

Pronto aplicaría a una vacante con la Agencia Menonita de Misiones que es donde actualmente trabaja. Este nuevo trabajo, que es desde Goshen Indiana, resulto ser una respuesta del inmenso cariño por parte de Dios, porque desde aquí Marisa siente que hace lo que más ama. En su trabajo habla con pastores y conecta a personas que tienen el deseo de servir de una manera misionera con oportunidades de servicio. 

Cuando piensa en su trabajo, en lo importante que es poder desenvolverse en un ambiente multicultural, entonces sabe que en su vida todo ha sido un camino dirigido por Dios por su motivo eterno.

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Adamino Ortiz, Tómatela Suave Dios te ha Traido Con un Propósito

March 4, 2021 by Cindy Angela

Tómatela suave, fueron las últimas dos palabras que escuche venir a través del teléfono desde los labios de Adamino Ortiz. Serán palabras tranquilizadoras, o también serán palabras usadas para desear buena suerte a su boricua estilo, pero de todos modos queda esa incertidumbre de la ironía al saber un poco más sobre la vida de este hombre que siempre parece más activo sin descanso, más laborioso que nunca, más protagonista que nunca, un hombre al que no le llega el retiro, esas son las razones por las que uno no está muy seguro que el significado de aquellas palabras él mismo las aplique con rigor. 

El fallecimiento de dos de sus esposas

Aunque falta decir una cosa: sea o no una ironía al venir de sus labios, si uno lo ve con detenimiento, ciertamente ha tenido que tomársela suave en muchos momentos cruciales y difíciles, como han sido el fallecimiento de dos de sus esposas, el despido de la compañía de arquitectos donde había por fin tomado suelo aquí en los Estados Unidos, o la falta de acomodo inicial en una iglesia cristiana… aparte de estos episodios puntuales, en su largo recorrido de quehaceres da toda la señal de aplicar la contraria. 

Adamino Ortiz es uno de los latinos que se ha forjado un nombre en toda Pennsylvania acosta de su propio trabajo, él ha compartido mesa con gobernadores, ha sido reconocido por organizaciones de Derechos Humanos y por el Estado, da la impresión de que siempre ha estado a la puerta de desarrollar un nuevo programa, una nueva línea de acción, que ayude a disminuir las necesidades de los inmigrantes, una idea nueva que ayude a mejorar el estilo de vida de sus parecidos; es una persona que ha hecho mucho por los inmigrantes latinos más necesitados de su zona, y todo como resultado de largos años de trabajo, de equipos formados, y de una vocación laboriosa y aceitada. 

Puertorriqueño de pura cepa

Photo by Dale D. Gehman

Puertorriqueño de pura cepa, de trasfondo metodista, hábil delineante de dibujos de ingeniería y arquitectura, y en su juventud objetor de conciencia. Cuando tenía 29 años se mudó a los Estados Unidos como respuesta a una carta de su hermano mayor que ya vivía aquí y los invitaba a venirse, Adamino aceptó la invitación y en poco tiempo viajó al norte de los Estados Unidos. 

Los lectores encontraran una crónica detallada de su vida publicada en The Mennonite el mes de marzo del 2011, con el título: Organizor Extraordinaire for God. Aquí leerán una síntesis de su vida profesional y su camino cristiano, del cual ha caminado por las últimas décadas junto a la iglesia Menonita, regalándonos años de mucho servicio y hermandad. 

Dios te ha traído con un propósito

Cuando Adamino fue despedido luego de siete años de trabajo como resultado a una reducción del personal en la empresa de arquitectos de Pennsylvania, en busca de otro trabajo, terminó participando en el comienzo de un ambicioso proyecto de ayuda a inmigrantes en Pottstown, Pensilvania,  que desde entonces se llamó: Acción Comunal Latinoamericana de Morgomery County, ACLAMO. 

Para Adamino este trabajo se convirtió en su ministerio, “servía al señor ayudando a la comunidad”. Al comienzo se conectó con la Organización Cívica, en tiempos cuando ésta únicamente contaba con programas culturales, él ayudo a implementarle otras áreas más orientadas al servicio social. Entonces para cumplir con este objetivo comenzó por el inicio, emprendió un censo de hispanos en el condado, que para esa fecha sumaron diez mil personas. 

Con esta organización se dedicaron a brindar servicios sociales, entre ellos la conexión de personas inmigrantes con oportunidades de trabajo, enseñanza del inglés, conexiones con centros de salud, tutorías de educación básica a niños y niñas y la ayuda a los ancianos con el seguro social. La visión de Adamino era incluso más amplia, él entendía que las necesidades de los inmigrantes no eran únicamente ´físicas sino también espirituales, por ese motivo trataba de vincular sus servicios con otros servicios ministeriales. Hoy la organización continúa su labor, años después de que Adamino dejó la dirección de ACLAMO, sigue ayudando a latinos inmigrantes e incluso ha aumentado sus servicios y su área de acción, ya no tienen únicamente oficinas en Pottstown, también las han llevado a Norristown. 

En el artículo de The Mennonite, cuentan que un misionero norteamericano retirado que había servido en Costa Rica llamado John Lenko le profetizo a Adamino en una ocasión: “Dios te ha traído con un propósito”.

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Noel Santiago es un Motor de Ideas

February 18, 2021 by Cindy Angela

Noel Santiago puede estar decaído, pero nunca deja de ser un motor de ideas. Cuando me he entrevistado con Noel he sentido la misma sensación que cuando salgo a visitar a mi abuela María y en su cuarto conversamos mientras los sonidos de las novelas turcas acompasan, aunque sin ritmo, armoniosamente la charla. Ella con sus casi noventa años ha robustecido un don para entablar cualquier tipo de conversación sin perder un milímetro del hilo de la historia que proyectan desde el canal de televisión. La sensación en ese cuarto es igual al de conversar con Noel Santiago, se trata de un escenario con la frescura mágica de las costas, en el caso de las novelas turcas la del Bósforo que cada tres escenas capturan con las cámaras, y en el caso de Noel Santiago, será ese aliento literario de boricua que vive la vida como una palmera en la playa, así sea en sus ánimos más cotidianos, y que nutre con mucho sentido aquella expresión de ellos: tomársela suave. 

He estado decaído, hermano ore por mí

Lo otro es que estoy en conversación con un tertuliano de oficio. Igual que cuando estoy en compañía de mi abuela. Soy joven pero ya sé que esa es una de las cualidades más indispensables para la vida bonita, saber charlar, donde sea y con quien sea, sea en un café, con un par de copas de vino, o en un estacionamiento de trenes; sea ya por teléfono o en un restaurante, en la sala de la casa o, como ha sido en nuestro corto encuentro de hoy, a través de la pantalla del ZOOM.

Pero el ánimo de la charla, y la buena manera de sonreír como tic que se activa con la sorpresa, no han sido un obstáculo en ningún momento para que Noel en un principio, me confiese lo siguiente: “He estado decaído, hermano ore por mí.”

Justamente es todo el tiempo que viene pasando, al comienzo tortuosamente lento y ahora, peor que antes, irremediablemente rápido, en las condiciones de la pandemia, que le ha generado este desfallecimiento del ánimo. El mundo se cuida los pulmones, que es donde el Covid mata más que nada, pero los daños colaterales, porque sí son daños, que traen su dolor, sus efectos remediables y los que ya no lo serán, los hemos tenido que afrontar todos y todas. Uno de los más severos es el que justamente deriva en nuestro encuentro por ZOOM, que es el distanciamiento social. Ese tiene a Noel Santiago decaído. Porque el distanciamiento también ha derivado paradójicamente en la sobre sociabilidad virtual, que padecen muchos trabajadores, quienes han sacrificado a la fuerza los tiempos de transición que solían consistir en cambios de cuartos de reunión, o incluso mejor, cambios de edificio, por simples despedidas a la cámara y nuevas llamadas respondidas. 

Ese tiempo, cada vez parece más ser algo del pasado, que ya no conviene para nuestro mundo de la ultra productividad y el ansia de desvivirse, y en el cual personas como Noel Santiago solían albergar un respiro; tiempos cortos de reflexión y que se convertían en talleres para concebir nuevas ideas. Eran las ideas y la reflexión sobre el trabajo y la palabra de Dios en lo que Noel prefería recrearse durante estos “huecos” laborales. Idóneo para describir parte de su personalidad. 

Noel es una persona reflexiva y una persona que es motor de ideas. Maneja muy bien los idiomas español e inglés, pero no es un bilingüe conformista, sabe que no basta comunicarse con las otras personas, sabe que es menester disponer lo mejor que pueda el arsenal del lenguaje, por eso cuando no encuentra la palabra más asertiva para su idea, prefiere usar una palabra del otro idioma, o un refrán o simplemente mascullar y pensar en voz alta “¿Cuál es la palabra que busco?…” mientras tienta con sus dedos la barbilla o los acaricia en el aire cerca de su rostro como si intentara escudriñar los ingredientes ocultos del plato que está probando en ese instante. 

Una ficha clave para muchas cosas

Noel Santiago es Ministro de Liderazgo en la conferencia Mosaico. En su trabajo básicamente ayuda a las congregaciones con diferentes cosas, puede ser pastor sustituto cuando sea requerido, o está en constante comunicación y colaboración con los líderes de las congregaciones; predica, da concejo, conecta recursos, facilita retiros junto a otros equipos de trabajo. Es algo así como una ficha clave para muchas cosas. 

Yo le he preguntado cuál considera que es ese ingrediente que él añade a su trabajo, parece obvio, pero quienes trabajan y han trabajado en la administración eclesial no me dejaran mentir al mencionar que la oración suele ser puesta en las sombras, como algo que siempre acompaña pero que no necesariamente es protagonista. Esto es entendible, pero cuando Noel me responde a aquella pregunta que él motiva mucho a la práctica de la oración, me parece a mí que es un esfuerzo de añadido que cae muy bien.

Un encuentro de oración en medio del Covid

“La oración es un área de me da vida” explica Noel. Noel se ha sentido golpeado anímicamente, como sabemos, por la nueva realidad social a la que nos ha empujado el Covid, pero trabaja entre la maraña, y por ejemplo fue él una de las personas que patrocinaron el cuarto de oración virtual que existió en la asamblea del noviembre pasado. También, junto a Marta Castillo ha organizado semanalmente, cada miércoles, un encuentro de oración en medio del Covid, que comenzó como un medio de soporte para los líderes en la crisis, pero han sido tan exitosos que los han ampliado y hoy sigue con más fuerza que antes.

En esto Noel es propositivo y sabe muy bien que sólo no llega a ningún Pereira (o sea, no llega muy lejos). Esta es otra característica que he podido discernir de Noel al escucharlo, cada proyecto que me cuenta que ha podido trabajar, e incluso ha sido su pionero, él siempre menciona con nombre propio a sus compañeros y sus compañeras. Lo tiene muy claro que todo se ha hecho en equipo, tiene grabado en la piel el principio del liderazgo horizontal. Él no habla de él y los otros líderes de las iglesias, o de los otros compañeros de la conferencia, les llama desde el nombre hasta el apellido, con la misma naturalidad orgánica que utiliza nuestro cuerpo para emplear cada dedo de nuestra mano en prácticamente cualquier uso que le damos a la mano.

También en la Conferencia Mosaico es parte del comité misional. Los lectores en español que no lo sepan, sabrán que Steve Kriss, Ministro Ejecutivo de Mosaico, un tiempo atrás organizó su equipo en tres comités: el intercultural, el misional y el formacional. 

Las 5 grandes comisiones

En el misional trabaja Noel Santiago. Allí, junto a Josh Meyer y Randy Heacock, ha avanzado por ejemplo en tratar de aplicar algo que han llamado “Las 5 grandes comisiones”. Se refieren así, a los cinco enfoques sobre la Gran Comisión, que se ve en los relatos de los cuatro evangelios sumado el libro de Hechos. Pero como he escrito en este artículo, Noel Santiago, como norma de oficio, piensa (o sea, no solo ejecuta), concibe y propone. Ahora él, está pensando, e incluso se ha dibujado en uno de sus cuadernos de notas un programa de acción, cómo hacer que estos comités trabajen de forma más articulada. Veremos con el tiempo qué surge de esto.

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Danilo Sánchez Asando Carne y Construyendo Puente

February 11, 2021 by Cindy Angela

Serie Carta a Julia #2  febrero, 2021

Querida Julia, 

Hoy se cumplen dos meses desde que te escribí la primera vez. Recuerdo que entonces era una noche fría. Estos días los he tomado con sosiego, anidando aires de descanso que llegaron a su fin hace muy poco. 

Ahora me encuentro por unos días en Allentown, Pensilvania. La misma ciudad de la que te hablé cuando me encontraba contigo, aquella donde los árboles se escuchan claro y las personas viven a un ritmo calmado, aguardando por los BBQs (asados) del domingo, cuando salen de la cuadra todas las familias hacia su patio y desde allí llenan el aire con sus sonidos, que son una oportunidad inigualable de dejar registro acerca de las diferencias culturales. 

Como te conté en aquel entonces, estuve viviendo aquí por un tiempo, en esa época pasábamos la primavera y supe de primera mano que el tiempo cambia en medio de silencios suaves. Además viví en el tercer piso de la casa de los Sánchez, quienes han de ser la familia más armoniosa con la que he compartido.

Justo para contarte acerca de Danilo es el propósito de esta carta, pude verlo y entrevistarme con él. Nos encontramos en un café que se llama Barista Café, el cual es una tienda entre café colombiano y pastas italianas. En su ala principal está todo el espacio de la cafetería, con sus máquinas y utensilios siempre brillantes y limpios, y en la otra ala, las mesas, que son pocas, con estantes donde organizan para el público las pastas italianas y el café a la venta por libras. En la tienda reina un ambiente de turismo tranquilo, a la europea, porque Álvaro, el dueño, siempre proyecta desde una pantalla colgada en el ala de la cafetería, cintas de imágenes de Italia, Francia, Rusia, España y Portugal (aunque un día vi que rodaba una cinta de Tokio), acompañadas con música suave y cálida.

Espacio tranquilo para las personas que viven en las calles

Danilo Sánchez es hoy uno de los pastores de la iglesia Menonita Ripple-Allentown, además de trabajar en el centro RCI, donde brindan un espacio tranquilo para las personas que viven en las calles, ellas van allí a comer y a compartir una mesa donde juegan y conversan. Danilo siempre me ha parecido una persona calmada, de costumbres tranquilas, pero con el ímpetu de la juventud sobre los hombros. Tiene el semblante de quien ha vivido por muchos años frente a una fogata nocturna, moldeando su personalidad, al pensar largamente en la vida frente al crepitar del fuego. 

Danilo puede apenas hacer su café en las mañanas

En los BBQ que hacen con su esposa Mary y sus dos hijas Emilia y Evie, sucede siempre en su patio un hecho que se disfraza de tragedia pero que realmente es un documento de los propósitos de su hogar, que son nada más que los propósitos del amor. Mary entra a su cocina para sacar las papas, los pinchos, el pollo, la ensalada, la limonada, las botellas de cerveza, todo hacia la mesa; las niñas están trayendo las salsas, pero el trabajo de Danilo consiste en asar los pedazos de carne o las presas de pollo. Éstas siempre llegan a la mesa rostizadas, como si las untara de un poco de polvo de carbón por un lado. Así comen todos. Mary es una cocinera versátil, talentosa en el arte de la experimentación, pero Danilo puede apenas hacer su café en las mañanas. No obstante, la norma es general, todos cocinan, todos colaboran. Comerse esa carne morocha es un ejercicio del compañerismo del hogar, al tiempo que un mensaje para sus dos hijas. 

Con esto algo queda muy claro: la pasión de Danilo no será la cocina pero sí lo es su familia. Su pasión también son los jóvenes. Y sobre ese tema es que hemos conversado. Julia, aquí te dejo las anotaciones de mi entrevista:

  • Yo recuerdo muy bien cómo solían venir jóvenes a tu casa y tú los atendías en la sala. Simplemente te sentabas en el sofá a conversar con ellos, en una ocasión incluso me contaste que muchos de ellos estaban sin hogar, buscaban donde dormir. ¿Cuándo nació esa pasión por los jóvenes?

Danilo: todo fue cuando estaba en la secundaria. Recuerdo que en esos días yo estaba interesado por algo que había escuchado de mis maestros acerca de la reflexión teológica. Me gustaba pensar en las ideas profundas de la enseñanza de la Biblia, por eso en parte, también me interesé en colaborar en mi iglesia local. Ayudaba con estudios y con la alabanza. Todo comenzó de esa manera. En un momento en mi iglesia local en Boyertown me invitaron a predicar a los jóvenes, con el tiempo me convertí en el líder y una tarde uno de los adultos de la iglesia se acercó y me dijo las siguientes palabras: “Veo que los jóvenes te respetan, y veo en ti el gozo de estar con ellos ¿Por qué no consideras en ser un pastor de jóvenes?”. Para mí esa idea era totalmente nueva.. 

Después asistiría a la universidad. Luego de unos años quise tomar unas clases acerca de jóvenes y pastorado, en serio que lo amé, me sentí en casa, supe que era el espacio idóneo para aplicar mis talentos. 

  • Tu ministerio es especial porque las personas de la iglesia son de distintos orígenes, ¿Qué es lo especial de trabajar en un espacio intercultural cuando por ejemplo suelen haber diferencias de enfoques, entendimientos distintos acerca de la ética cristiana, que tienden a ser mínimos pero que mal manejados pueden ser un problema serio?

Danilo: Pues mi labor ha consistido en conectar personas de distintas herencias culturales. Mi familia es así, mientras que mi papá es peruano, mi mamá es estadounidense, lo que quiere decir que yo crecí entre las dos culturas, blanca y latina. Primero, creo que es una bendición especial. Por ejemplo alabar a Dios en formas diferentes, como sucede cuando hay una comunidad intercultural, es para mí una riqueza, solo pensemos en la comida, cuando todos compartimos nuestra comida alegramos a los demás, pero al mismo tiempo nos sentimos incluidos en la mesa. 

  • Es cierto, la comida tiene ese elemento de remembranza, es una raíz que nos conecta fácilmente con nuestros años de infancia, con las personas a las que pertenecemos y con nuestra tierra natal.

Danilo: Sí. Es una demostración clara sobre la belleza en las diferencias. Queremos celebrarlas. Pero no siempre es así, por las mismas razones de que abrazamos lo distinto, también podemos repelerlo. La misma curiosidad que nos atrae a lo nuevo puede llevarnos a no quererlo, y eso también tiene que ver con nuestras culturas. Existen cosas que para unos es de un sabor y para otros de otro, lo que para mí puede ser inofensivo para otros puede ser peligroso o al contrario. La clave siempre ha sido escuchar mucho, ser muy atentos a los demás, por eso sé que el ministerio intercultural lleva tiempo. No es adecuado tratar de imponer la manera de nadie, lo importante no es imponer, mi deseo es construir puentes entre las culturas a la vez que construimos puentes hacia el Reino de Dios. 

Es importante saber que cada uno tiene su historia, su pasado, sus claves para interpretar la vida, su aplicación de los colores. Y eso también toma tiempo. 

También es importante poder hablar las lenguas de todos, y que ellos vean líderes similares, o sea, de procedencia cercana a ellos. Eso es lo que queremos hacer con líderes indonesios, latinos, afros, blancos, de todas las familias culturales que están en nuestras iglesias. Es importante que sientan las personas que tienen un lugar en la mesa.

  • Seguro también está ese otro componente difícil en la iglesia cuando tienen que enfrentar diferencias sensibles, como podría ser el liderazgo de la mujer, puntos de vista sobre la vida sexual y otros temas cuyas visiones varían con la cultura.

Danilo: Sí, eso sucede. Siempre cuando estoy planeando un servicio o un retiro reconozco eso, uno debe ser cuidadoso, pero a veces también debe ser arriesgado y empujar un poco a las personas, sobre todo en el tema de la igualdad entre géneros. Pero no te puedo decir que las cosas sean de una forma y luego de otra, no hay un camino específico, más bien es la suma de caminos, y nunca son necesariamente fáciles, sigo diciendo, debemos insistir en la escucha a las personas y en la guía del Espíritu Santo. 

Pero en este tiempo he aprendido mucho, eso me emociona. He visto cómo el mundo es inmenso, que existen muchas maneras de sentir y vivir a Dios. Ver que Dios crece en todos llenos de colores y sabores es increíble. Cuando estamos todos se ve mejor la fotografía del Reino de Dios.

(…)

Querida Julia, esas fueron las palabras de Danilo. Quiero dejar hasta aquí esta carta, cuídate mucho. Supe por Marlon que has estado débil de tu salud. Deseo que te mejores y recobres fuerzas.

Con Cariño,
El curioso inoportuno.

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Crónica de Dos Huracanes en un Viaje a Honduras

February 4, 2021 by Cindy Angela

$500 de ayuda de parte de Mosaico 

El plan original era que Juan José Rivera volviera a Sarasota el 20 de noviembre, después de tres arduas y congestionadas semanas de trabajo en el país de Honduras. Allí había estado por unos días, visitando congregaciones menonitas, predicando y colaborando en las iglesias ubicadas alrededor de San Pedro Sula. También llevaba un capital de ayuda de primeras necesidades que le había destinado el comité de misiones de la Conferencia Mosaico, cuyos montos alcanzaban a los 500 dólares. Pero todos los planes se vendrían al piso, o dicho de forma más gráfica, serían derrumbados, inundados y desaparecidos por los huracanes. 

Toneladas de agua, corrientes desbordadas

El pastor Juan José visitaba su tierra natal en compañía de su esposa Elena. Sus habitaciones eran en la ciudad San Pedro Sula, en casa de hermanos de una de las congregaciones donde tenían agenda de visita. Al llegar el coletazo de Iota, se vino encima de la ciudad el infierno en medidas de toneladas de agua, corrientes desbordadas que se formaban y crecían donde antes había calles, lagunas donde antes se jugaba al futbol, y cataratas en donde hacía poco habían estado las lomas de las ciudades. 

La lluvia en menos de nada era un diluvio, pero el terror estaba concentrado en la tempestad del viento, cuyo poder arrancaba árboles y destejaba casas. Hubo personas perdidas, y el mal era nacional, no solo en la ciudad, sino por todos los terrenos del país. Juan José y Elena tuvieron que refugiarse en un hotel cuando la casa donde se hospedaban se inundó de agua, ellos ayudaron lo más que pudieron, hasta donde sus fuerzas de personas adultas les dieron el aguante en sacar agua de la casa y rescatar lo perdido. Pero al final cedieron. De camino al refugio, por la calle, observaron cómo la gente luchaba incesantemente, con los ojos resguardando el trauma del presente, para salvar sus propiedades; muchos llamaban a gritos personas que no encontraban, otros buscaban entre los charcos comida, ropa, incluso dinero. Para Juan José era frustrante no poder ayudar, mirar con sus propios ojos a personas ahogarse entre las corrientes de agua que corrían por la ciudad. 

El aeropuerto estaba inservible

Muchas cosas se cancelaron, el plan fue totalmente interrumpido, pero Juan José y Elena estuvieron arrojados más que nunca a colaborar con el inminente torrente de necesidad creciente a su alrededor. Su misión allí era servir, aunque con un plan de actividades definido, en ese momento, luego del intempestivo estropeo del cronograma, buscaron la manera de ayudar en lo que más pudieran. Además de la noticia de que el aeropuerto estaba inservible y por consiguiente era imposible su regreso a los Estados Unidos, era claro que tendrían más tiempo del planeado para realizar un rol misional. 

Viajaron hacia el sur de Honduras, a la región de Choluteca. Allí colaboraron en lo que más pudieron, repartieron comidas, atendiendo a los heridos, realizaron cuanto fuera necesario. Eran muchas las personas que se habían quedado sin nada y a quienes pudieron ayudar lo hicieron. El pastor Juan José escribió un informe posteriormente con nombres detallados de las personas quienes fueron el destino de sus colaboraciones económicas, cuyo monto tuvo que duplicarlo con dineros propios. 

Niños hurgando en la basura, pidiendo dinero

Es uno de sus proyectos la apropiación de un terreno cultivable que ha prestado a campesinos de la zona para que lo trabajen y puedan vivir del lucro de sus sembrados. Todo se perdió, el terreno se destruyó por completo con el paso de los huracanes. Ahora necesitan doble ayuda, la ayuda para recuperar el terreno y la ayuda para ponerlo a trabajar. Es en estos sitios donde el pastor vio –pero seguramente esto se duplica por todo el territorio nacional- niños hurgando en la basura, pidiendo dinero, sujetando y jalando del brazo a todos los adultos con la misma pregunta en sus labios:

-¿Necesita que le ayude en alguna cosa? ¿Tiene algún trabajo para mí?

Finalmente el pastor y su esposa volvieron a su casa en Sarasota el 16 de diciembre, pero el recuerdo se ha quedado de nuevo en su corazón, como sucedió una y otra vez desde que se fueron de allí. 

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Después del Voluntariado Volví a Colombia País Doblemente Quebrado Por Covid

January 27, 2021 by Cindy Angela

Hace unos meses me encontraba en Allentown viviendo en el tercer piso de la casa de Danilo y Mary Sánchez con sus dos niñas Emilia y Evie. Eran días complicados. Tengo ese recuerdo de oír activarse la alarma de la mañana, abrir mis ojos, sentirme en una habitación muy cómoda, dotado de un espacio exclusivo, y sin embargo observar por la ventana y encontrar las montañas llenas de árboles sin hojas, una tenue sombra de mi estado de ánimo.

Luchaba por mantener mis ánimos flotando

El tiempo que compartía con la familia Sánchez, que era sobre todo en la cena, no obstante, fue más que nada un refresco de todos los días. Sentí su amor, una especie de bondadosa amistad que me regalaron sin muchas exigencias ni ningún tipo de prejuicio. Durante esos días transcurrieron los primeros meses de la pandemia. Yo era un voluntario de MCC que simplemente observaba con frustración cómo muchos de sus planes se iban deshaciendo poco a poco. Muchos de mis viajes se cancelaron, algunos proyectos de trabajo quedaron a medio realizarse, tuve coraje y resignación, el optimismo lentamente fue cruzando a la orilla del pesimismo. Pero luchaba por mantener mis ánimos flotando. Pasaron cosas muy tristes, como no poder decir adiós a mis compañeros de servicio, amigos y amigas de otros países que vivían la misma situación,  quienes a la primera oportunidad tomaron un vuelo de retorno a sus países en Asia y África. Amigos que quizá no veré nunca más.

Traté de escribir, de leer, de hacer ejercicio, de bailar. 

Monté mucho en bici, caminé mucho por los parques naturales, por el río. En ese silencio mundial, que será una manera de describir a futuro cómo se vivía en tiempos de Covid-19: silencio, junto al miedo, junto a la incertidumbre, junto a la ansiedad, pero sobre todo, silencio en las calles vacías, en los centros donde siempre hubo personas haciendo vida, silencio en los cafés y silencio en los parques; conocí por vez primera la primavera. Un sueño. Lo admito, el invierno y yo no nos agradamos mucho, lo explico de una forma sencilla: conocí la nieve, me pareció una dama bellísima, pero lo mío son las señoritas caribeñas.

En casa de Danilo y Mary, en mis paseos por el vecindario y el arroyo, fui viendo lentamente cómo los árboles comenzaron a botar esas semillitas de polen verde, luego cómo fueron naciéndoles flores rosadas, moradas y azules, cómo después, éstas caían y en su lugar se iban formando a un paso acelerado las hojitas verdes que a su vez iban anunciando el verano. Poco a poco el día era más largo, no salir un solo día a pasear para documentar los cambios, hacía que me perdiera toda una etapa de la naturaleza, en ese cambio armónico pero frenético, como fue en nuestro caso, perdernos todo un año del crecimiento de un hijo.  

Cociné para ellos varios desayunos colombianos

Esos días, a pesar del vacío que mi alcoba agudizaba venían con frecuencia los recuerdos de tiempos dulces. Por las cenas con la familia, los juegos y las tardes de películas con las niñas, el parque, y la primavera. Cociné para ellos varios desayunos colombianos de huevos con cebolla, tomate y arepas con queso, un día incluso prepare empanadas. Además fueron días donde busqué la guía de Dios. ¿Qué vendría en el futuro? ¿Volver a un país quebrado, doblemente quebrado por el Covid, con casi sin ninguna certeza? 

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Yo miraba al techo, me sentaba en la cama, en el sofá, luego en el escritorio, más tarde, tipo 8:00 pm, cuando empezaba apenas a anochecer, abría la ventana y me sentaba sobre el marco con las piernas hacia la calle, observando el atardecer y escuchando música. Fueron días lentos, que por esta misma razón, quizás, los viví segundo a segundo, masticando cómo mi tiempo de IVEPer se iba cayendo entre mis dedos sin que pudiera hacer mucho. Los pasé con la misma sensación de tiempo que percibimos cuando nadamos bajo el agua reteniendo la respiración. 

Salí de Pensilvania en silencio

Luego llegaría el momento de abordar mi avión de vuelta a Colombia. Salí de Pensilvania en silencio. Para entrar al avión, debía cruzar una puerta con un letrero que decía “people do not take trips, trips take people”.

Entonces volví. Ya en Bogotá, en una sola semana tenía tres noticias nacionales: la masacre en tres lugares distintos de personas constructoras de paz. En dos de ellas, grupos de jóvenes. Cuando mis amigos me escribieron luego de mi llegada solían preguntarme “¿Por qué volviste?”. Pasaba los días en un cuarto que una iglesia Menonita dispuso para mi cuarentena. Sólo, encerrado, meditaba en esa pregunta habitada por la frustración y el miedo. También miraba hacia atrás lo que había sido mi tiempo de servicio. Pero sucedía en mi interior algo extraño: me sentía poderoso, con mucho ánimo, con fe, como un caldero en ebullición. 

Desde muy joven fui enseñado a envolver mi vida en el servicio a otros y a causas más nobles que la física satisfacción de mis necesidades propias. Cuando objeté consciencia, por ejemplo, lo hice porque comprendí en esta acción una manera de aportar a la paz de mi país. No lo hice para sencillamente no ir a la guerra, no lo hice únicamente porque considerara que el llamado de Jesús es el de no participar en la guerra, de hecho, lo hice de cierta manera en contra/sentido de esa misma idea, porque consideraba y considero, que de forma contraria, Jesús nos llama así a participar de la guerra, pero no del lado de quienes la pelean, sino del lado de quienes luchan por la reconciliación. Del lado de los que claman en el desierto “el Reino de Dios está cerca”.

Soy defensor de derechos humanos y activista por la paz

Sencillamente, mi actitud no me ha permitido nunca huir. En mi país soy defensor de derechos humanos y activista por la paz, estoy convencido de que el propósito de Dios es la paz y me gusta mucho, inmensamente, desenmascarar aquellos que en nombre del mismo Dios levantan las banderas del rencor, que no son pocos, muchos trabajan no en un escritorio, sino desde un pulpito. 

Por todo esto, cuando escuché a muchos de mis compañeros, jóvenes como yo, decir que no debí volver, rendidos, desesperanzados por vivir en un país donde parece delito ser joven. Por ejemplo, una muchachada que no ve porvenir en su tierra, la tristeza hizo brotar de mí un deseo mayor de ser alguien que ayude a cambiar esto. Yo escribí en unas páginas blancas durante mis primeros días de vuelta en Colombia: 

“Esta mañana me siento vacío, ha sido una madrugada helada y mis cobijas son pequeñas. Sobre mi cabeza escucho la algarabía de un nido de palomas. Sus pequeñas pesuñas rasgan de madrugada y de noche las tejas de la alcoba ¿Por qué no se irán a dormir donde el vecino? Me levanto temprano, preparo el café malo para salvar el bueno cuando haya con quien conversarlo. Puedo pasar tiempo largo observando por la ventana. Quiero pensar que hay oportunidad para los que hemos nacido bajo este sol, es triste escuchar a mis hermanos decir que no hay futuro, pero al final, también comparto esta frustración, llevo dos semanas y ya van tres masacres, aparte de todo lo que pasa en este país…”.

En Allentown, unos meses atrás, mi jefe Steve Kriss me había llamado un día a las 9:00am para conversar sobre algo que me tomó por sorpresa, era la idea de quedarme con la conferencia Mosaico un año más. En la conversación yo estaba emocionado y acepté de inmediato. Lo curioso es que esa misma tarde recibí otra llamada, pero esta vez de parte de un amigo mío, Nathan Howards, alguien que ha compartido mucho con los menonitas de Latinoamérica; me llamó para una conversación similar pero por otros ríos. Estaba explorando la posibilidad de contar conmigo para ser parte de su equipo de la fundación Wájaro. Una fundación que acompaña a comunidades indígenas Wayuu y Misak en Colombia, con proyectos de alfabetización, de desarrollo económico, en general de ayuda para mejorar la situación de esas comunidades. Una labor muy en línea con la comprensión cristiana de la palabra Shalom. 

Fue curioso. Incluso impresionante. Así había sido, en el mismo día dos ofertas diferentes. Parecía que se ponían de acuerdo Steve y Nathan. A pesar de que ya había aceptado la propuesta de Mosaico, en mi corazón algo no cuadraba. Yo meditaba en esto durante muchas tardes colgado de la ventana de mi cuarto mirando hacia la calle. Al final, por razones de la visa, el propósito de prolongar mi tiempo en los Estados Unidos no fue posible. Hoy estoy acompañando brevemente a Wájaro, viajé con ellos hace unas semanas a la Guajira para conocer a los Wayuu y colaboro en otras cosas. La idea es pronto trabajar más intensamente con ellos. 

Perdí familiares y también me dio el Covid

Hoy, además tengo la oportunidad de estar en contacto con ustedes escribiendo desde Colombia para Mosaico y para MenoTicias. Les comparto todo esto porque sucedió en tiempos de pandemia. Muchos cambios. También perdí familiares por la enfermedad, también, me dio el Covid a mí y también me he acostado con miedo de que otras personas cercanas mueran de un momento a otro. Muchos de mis planes del mismo modo se han visto interrumpidos, paso por episodios de ansiedad e incertidumbre. Para muchos, se nos ha salido todo esto de las manos, a una amiga de un cariño muy cercano, por poner un caso, la han internado en psiquiatría hace menos de dos semanas, ella tiene apenas 26. 

Dios sigue mostrando el camino

Pero Dios tiene su manera extraña, en ocasiones dramática, de acompañarnos y de ir conduciendo las cosas. De guiar su voluntad en nuestras vidas. Todos tenemos una historia, de hecho, podría asegurar que tenemos varias, que son memorias de que en la pandemia también hubo morbilidad pero en este caso de solidaridad, de amor, de compañerismo y de esperanza. Dios sigue mostrando el camino.

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Esquirla: Fue una bonita sorpresa saber que Mary había cocinado un desayuno colombiano para Danilo, Emilia y Evie este pasado primero de enero. Que esas arepas les traiga toda la suerte necesaria para el nuevo año…

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