Parte 2
por Javier Márquez
Al siguiente día continuamos con el relato de nuestra visita a la Comunidad Anabautista de Medellín, cuyos pastores Carlos Sánchez y Nidia Montoya, realizan un ministerio con más de 40 familias en Medellín, y que ha venido creciendo poco a poco, discipulando y bautizando a miembros de la comunidad que ahora también trabajan extendiendo el Reino de Dios en sus familias.
Ahora nos dirigimos hacia sectores del otro extremo de la ciudad de Medellín, donde tres mujeres excepcionales nos esperaban.
Andrea es una mujer que por muchos años fue combatiente del grupo guerrillero de las Farc-EP, grupo armado que entró en un proceso de paz firmado el 2016 entre el gobierno colombiano y esta guerrilla. Ella era comandante y enfermera de su frente, pero ya estando en la vida civil conoció a Carlos y a Nidia. Desde entonces comenzó un proceso de discipulado a la par que dejaba su anterior vida como miliciana. Recientemente se bautizó y ahora es parte de la Comunidad Anabautista de Medellín.
Esta vez nos invitó a su casa, donde nos esperaban también familiares suyos y compañeros que también habían peleado en la guerra con la guerrilla y que ahora llevaban años dentro del proceso de paz.
Con ellos compartimos la palabra, leímos sobre lo que dice la Biblia acerca de los pacificadores y oramos juntos, pero sobre todo fue un tiempo de mucha escucha: contaron su historia, los motivos que los llevó a la guerrilla y las razones que tenían para apostar por una vida en paz, a pesar del inmenso peligro que tienen y las grandes dificultades para sobrevivir. Andrea lleva un liderazgo de amor con ellos como parte de la Comunidad Anabautista de Medellín.
También visitamos a Karen Serna y su mamá María Victoria Tirado en el sector de Acevedo. Para llegar allí es necesario tomar el metro y después otro bus. Cuando llegas, bajas por el borde de un puente para descubrir que justo debajo del puente hay un pequeño teatro que en realidad es usado por los grupos para la venta de droga. Entonces bajas por las escalas unos cuantos metros más y llegas a una cuadra por cuya mitad corre un pequeño arroyo. En esta pequeña comunidad hay un grupo de niñas a quienes la Comunidad Anabautista de Medellín ha venido acompañando por varios años.
La misión de la iglesia es acompañarlas en su crecimiento, ayudándolas y aconsejándolas, tratando de protegerlas de las redes de prostitución que suelen ser muy atractivas en contextos de mucha necesidad; animándolas a soñar con estudiar una carrera profesional y a tomar las mejores decisiones posibles para sus vidas. Especialmente Nidia acompaña este proceso. Nidia es psicóloga y también lleva muchos años trabajando con infancias y adolescencias, así que ella es el rostro de la Comunidad Anabautista de Medellín con el grupo de niñas.
Entre estas jóvenes está Karen, quien es la mayor; ella no solo estudia en la universidad, también trabaja cada día vendiendo perros calientes cerca de la universidad hasta las 2 de la mañana. A pesar de tener apenas 21 años, es una mujer ejemplo y líder para estas niñas. Carlos y Nidia la conocieron muchos años atrás cuando ella aún era muy joven y realizaron esta misma labor que ella ahora replica con sus amigas. Es el testimonio de que, en el camino, la Comunidad Anabautista de Medellín va formando otros liderazgos en las comunidades. Que continúan con la misión.
En la última noche nos reunimos en casa de Carlos y Nidia con personas de la comunidad que pudieron acompañarnos en una cena. También se reunió gran parte del equipo. Esta noche cantamos juntos, leímos la palabra, oramos y cenamos. Fue una noche especial porque por vez primera la iglesia compartía con el equipo de la Conferencia Mosaico.
Finalmente, antes de salir de Medellín nos reunimos todos y oramos por Nidia y Carlos. Vivimos un tiempo de koinonia donde todos expresamos desde el corazón cada una de nuestras emociones y pensamientos después de tres días de viaje en Medellín. Sentimos que nos habíamos puesto las sandalias de Jesús, y fuimos tocados en el corazón durante cada una de las visitas. En las conversaciones con Carlos también lográbamos entender mejor sobre las muchas necesidades, los desafíos de la iglesia, la necesidad pronta de un lugar para reunirse con todas las familias, no solo para servicios de adoración sino también para contar con un lugar de encuentro para todos en la comunidad.
Carlos y Nidia nos abrieron las puertas de su bello hogar en Medellín, compartieron de su comida y separaron de su tiempo para la Conferencia Mosaico. Fue un tiempo en el que estrechamos mejor los lazos, profundizamos la amistad y comenzamos a compartir los desafíos de esta increíble comunidad.