por Andrés Castillo
En febrero pasé un día practicando ruso en la casa de Pavel y Marina, quienes son los líderes de la comunidad surgente Shores of Hope (Costas de esperanza) en West Palm Beach, Florida. Shores of Hope es un ministerio que busca acompañar y ministrar a los refugiados ucranianos y rusos en su área, así como a otros hablantes de ruso que crecieron en la URSS.
Vi a unos amigos tayikos de Pavel y Marinia preparar plov (arroz con carne y otros ingredientes) y okroshka (una sopa fría de crema); una bandeja de comida casera tailandés se trajo a la casa más tarde.
Hice un dúo sorpresa con Pavel tocando balalaika (un instrumento musical de cuerdas) y yo, la guitarra. Tocamos coros rusos populares, y después, los estadounidenses, los ruso-estadounidenses de segunda generación, los inmigrantes rusos de primera generación y los tayikos nos sentamos en de la sala y compartimos lo que teníamos en nuestros corazones.
Era un grupo internacional, pero íntimo.
La relación entre Shores of Hope y Mosaico quedó clara después de la primera reunión de la junta de apoyo que incluye a miembros del personal de Mosaico. En esta reunión, Pavel contó la historia de Shores of Hope:
“Nuestra misión es dar esperanza y unir a la gente”, dice Pavel. “Habíamos conocido a mucha gente ucraniana y rusa que buscaba refugio en Estados Unidos. Nos sentimos desconsolados por su situación.
Nos enteramos de un pequeño estudio bíblico eslavo. Les preguntamos si estarían interesados en ayudarnos a evangelizar aquí en Florida y organizamos un concierto de Navidad.
La gente en Ucrania huye de la guerra y necesita a alguien que simplemente los ame. El concierto de Navidad nos hizo darnos cuenta de que Dios quiere que hagamos esto.
Nos quedamos asombrados al ver abrirse diferentes puertas. Pudimos conocer a muchas familias e invitarles a venir a nuestra casa a comer y conversar. Muchas familias inmigrantes están interesadas en venir a nuestra casa para hacer eventos y actividades.”
Pavel también compartió su visión para Shores of Hope:
“No sólo queremos recaudar fondos para los refugiados, sino también iniciar un club de negocios para ayudarlos a aprender sobre el sistema económico estadounidense.
También queremos abordar cuestiones relacionadas con la guerra ucraniana-rusa. Estamos en contra de esta guerra y mantenemos conversaciones intencionales y desafiantes en nuestro hogar con ucranianos y rusos por igual.
A nuestra casa invitamos a aquellos que están conectados de alguna manera con el idioma ruso o tienen interés en nuestra cultura. En los encuentros hablamos ruso; uno descubre que existe una fuerte conexión entre quienes crecieron en la Unión Soviética”.
Marina y Pavel actualmente esperan su autorización de trabajo, lo que ayudará económicamente y hará más eficientes los procesos legales. Seguirán organizando encuentros en su casa y ministrando a su comunidad.
“Tengo muy poco tiempo libre, pero me siento bendecido de vivir aquí en Estados Unidos y tener ciertas libertades”, comparte Pavel. “Estamos agradecidos de que Mosaico y MCUSA quieran ser parte de nuestras vidas. Es un estímulo divino para nosotros”.
Marina y Pavel llevan casados casi 25 años y tienen dos hijos, Pavel (11) y Anastasia (9). A Marina le gusta manejar propiedades de Airbnb, pero durante la mayor parte de su vida ha estado involucrada en el ministerio. Pavel estudia en Palm Beach Atlantic University. Recientemente asumió el cargo de capellanía en un centro de cuidados paliativos y de pastorado interino en Homestead (FL).