Serie Carta a Julia #2 febrero, 2021
Querida Julia,
Hoy se cumplen dos meses desde que te escribí la primera vez. Recuerdo que entonces era una noche fría. Estos días los he tomado con sosiego, anidando aires de descanso que llegaron a su fin hace muy poco.
Ahora me encuentro por unos días en Allentown, Pensilvania. La misma ciudad de la que te hablé cuando me encontraba contigo, aquella donde los árboles se escuchan claro y las personas viven a un ritmo calmado, aguardando por los BBQs (asados) del domingo, cuando salen de la cuadra todas las familias hacia su patio y desde allí llenan el aire con sus sonidos, que son una oportunidad inigualable de dejar registro acerca de las diferencias culturales.
Como te conté en aquel entonces, estuve viviendo aquí por un tiempo, en esa época pasábamos la primavera y supe de primera mano que el tiempo cambia en medio de silencios suaves. Además viví en el tercer piso de la casa de los Sánchez, quienes han de ser la familia más armoniosa con la que he compartido.
Justo para contarte acerca de Danilo es el propósito de esta carta, pude verlo y entrevistarme con él. Nos encontramos en un café que se llama Barista Café, el cual es una tienda entre café colombiano y pastas italianas. En su ala principal está todo el espacio de la cafetería, con sus máquinas y utensilios siempre brillantes y limpios, y en la otra ala, las mesas, que son pocas, con estantes donde organizan para el público las pastas italianas y el café a la venta por libras. En la tienda reina un ambiente de turismo tranquilo, a la europea, porque Álvaro, el dueño, siempre proyecta desde una pantalla colgada en el ala de la cafetería, cintas de imágenes de Italia, Francia, Rusia, España y Portugal (aunque un día vi que rodaba una cinta de Tokio), acompañadas con música suave y cálida.
Espacio tranquilo para las personas que viven en las calles
Danilo Sánchez es hoy uno de los pastores de la iglesia Menonita Ripple-Allentown, además de trabajar en el centro RCI, donde brindan un espacio tranquilo para las personas que viven en las calles, ellas van allí a comer y a compartir una mesa donde juegan y conversan. Danilo siempre me ha parecido una persona calmada, de costumbres tranquilas, pero con el ímpetu de la juventud sobre los hombros. Tiene el semblante de quien ha vivido por muchos años frente a una fogata nocturna, moldeando su personalidad, al pensar largamente en la vida frente al crepitar del fuego.
Danilo puede apenas hacer su café en las mañanas
En los BBQ que hacen con su esposa Mary y sus dos hijas Emilia y Evie, sucede siempre en su patio un hecho que se disfraza de tragedia pero que realmente es un documento de los propósitos de su hogar, que son nada más que los propósitos del amor. Mary entra a su cocina para sacar las papas, los pinchos, el pollo, la ensalada, la limonada, las botellas de cerveza, todo hacia la mesa; las niñas están trayendo las salsas, pero el trabajo de Danilo consiste en asar los pedazos de carne o las presas de pollo. Éstas siempre llegan a la mesa rostizadas, como si las untara de un poco de polvo de carbón por un lado. Así comen todos. Mary es una cocinera versátil, talentosa en el arte de la experimentación, pero Danilo puede apenas hacer su café en las mañanas. No obstante, la norma es general, todos cocinan, todos colaboran. Comerse esa carne morocha es un ejercicio del compañerismo del hogar, al tiempo que un mensaje para sus dos hijas.
Con esto algo queda muy claro: la pasión de Danilo no será la cocina pero sí lo es su familia. Su pasión también son los jóvenes. Y sobre ese tema es que hemos conversado. Julia, aquí te dejo las anotaciones de mi entrevista:
- Yo recuerdo muy bien cómo solían venir jóvenes a tu casa y tú los atendías en la sala. Simplemente te sentabas en el sofá a conversar con ellos, en una ocasión incluso me contaste que muchos de ellos estaban sin hogar, buscaban donde dormir. ¿Cuándo nació esa pasión por los jóvenes?
Danilo: todo fue cuando estaba en la secundaria. Recuerdo que en esos días yo estaba interesado por algo que había escuchado de mis maestros acerca de la reflexión teológica. Me gustaba pensar en las ideas profundas de la enseñanza de la Biblia, por eso en parte, también me interesé en colaborar en mi iglesia local. Ayudaba con estudios y con la alabanza. Todo comenzó de esa manera. En un momento en mi iglesia local en Boyertown me invitaron a predicar a los jóvenes, con el tiempo me convertí en el líder y una tarde uno de los adultos de la iglesia se acercó y me dijo las siguientes palabras: “Veo que los jóvenes te respetan, y veo en ti el gozo de estar con ellos ¿Por qué no consideras en ser un pastor de jóvenes?”. Para mí esa idea era totalmente nueva..
Después asistiría a la universidad. Luego de unos años quise tomar unas clases acerca de jóvenes y pastorado, en serio que lo amé, me sentí en casa, supe que era el espacio idóneo para aplicar mis talentos.
- Tu ministerio es especial porque las personas de la iglesia son de distintos orígenes, ¿Qué es lo especial de trabajar en un espacio intercultural cuando por ejemplo suelen haber diferencias de enfoques, entendimientos distintos acerca de la ética cristiana, que tienden a ser mínimos pero que mal manejados pueden ser un problema serio?
Danilo: Pues mi labor ha consistido en conectar personas de distintas herencias culturales. Mi familia es así, mientras que mi papá es peruano, mi mamá es estadounidense, lo que quiere decir que yo crecí entre las dos culturas, blanca y latina. Primero, creo que es una bendición especial. Por ejemplo alabar a Dios en formas diferentes, como sucede cuando hay una comunidad intercultural, es para mí una riqueza, solo pensemos en la comida, cuando todos compartimos nuestra comida alegramos a los demás, pero al mismo tiempo nos sentimos incluidos en la mesa.
- Es cierto, la comida tiene ese elemento de remembranza, es una raíz que nos conecta fácilmente con nuestros años de infancia, con las personas a las que pertenecemos y con nuestra tierra natal.
Danilo: Sí. Es una demostración clara sobre la belleza en las diferencias. Queremos celebrarlas. Pero no siempre es así, por las mismas razones de que abrazamos lo distinto, también podemos repelerlo. La misma curiosidad que nos atrae a lo nuevo puede llevarnos a no quererlo, y eso también tiene que ver con nuestras culturas. Existen cosas que para unos es de un sabor y para otros de otro, lo que para mí puede ser inofensivo para otros puede ser peligroso o al contrario. La clave siempre ha sido escuchar mucho, ser muy atentos a los demás, por eso sé que el ministerio intercultural lleva tiempo. No es adecuado tratar de imponer la manera de nadie, lo importante no es imponer, mi deseo es construir puentes entre las culturas a la vez que construimos puentes hacia el Reino de Dios.
Es importante saber que cada uno tiene su historia, su pasado, sus claves para interpretar la vida, su aplicación de los colores. Y eso también toma tiempo.
También es importante poder hablar las lenguas de todos, y que ellos vean líderes similares, o sea, de procedencia cercana a ellos. Eso es lo que queremos hacer con líderes indonesios, latinos, afros, blancos, de todas las familias culturales que están en nuestras iglesias. Es importante que sientan las personas que tienen un lugar en la mesa.
- Seguro también está ese otro componente difícil en la iglesia cuando tienen que enfrentar diferencias sensibles, como podría ser el liderazgo de la mujer, puntos de vista sobre la vida sexual y otros temas cuyas visiones varían con la cultura.
Danilo: Sí, eso sucede. Siempre cuando estoy planeando un servicio o un retiro reconozco eso, uno debe ser cuidadoso, pero a veces también debe ser arriesgado y empujar un poco a las personas, sobre todo en el tema de la igualdad entre géneros. Pero no te puedo decir que las cosas sean de una forma y luego de otra, no hay un camino específico, más bien es la suma de caminos, y nunca son necesariamente fáciles, sigo diciendo, debemos insistir en la escucha a las personas y en la guía del Espíritu Santo.
Pero en este tiempo he aprendido mucho, eso me emociona. He visto cómo el mundo es inmenso, que existen muchas maneras de sentir y vivir a Dios. Ver que Dios crece en todos llenos de colores y sabores es increíble. Cuando estamos todos se ve mejor la fotografía del Reino de Dios.
(…)
Querida Julia, esas fueron las palabras de Danilo. Quiero dejar hasta aquí esta carta, cuídate mucho. Supe por Marlon que has estado débil de tu salud. Deseo que te mejores y recobres fuerzas.
Con Cariño,
El curioso inoportuno.
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