$500 de ayuda de parte de Mosaico
El plan original era que Juan José Rivera volviera a Sarasota el 20 de noviembre, después de tres arduas y congestionadas semanas de trabajo en el país de Honduras. Allí había estado por unos días, visitando congregaciones menonitas, predicando y colaborando en las iglesias ubicadas alrededor de San Pedro Sula. También llevaba un capital de ayuda de primeras necesidades que le había destinado el comité de misiones de la Conferencia Mosaico, cuyos montos alcanzaban a los 500 dólares. Pero todos los planes se vendrían al piso, o dicho de forma más gráfica, serían derrumbados, inundados y desaparecidos por los huracanes.
Toneladas de agua, corrientes desbordadas
El pastor Juan José visitaba su tierra natal en compañía de su esposa Elena. Sus habitaciones eran en la ciudad San Pedro Sula, en casa de hermanos de una de las congregaciones donde tenían agenda de visita. Al llegar el coletazo de Iota, se vino encima de la ciudad el infierno en medidas de toneladas de agua, corrientes desbordadas que se formaban y crecían donde antes había calles, lagunas donde antes se jugaba al futbol, y cataratas en donde hacía poco habían estado las lomas de las ciudades.
La lluvia en menos de nada era un diluvio, pero el terror estaba concentrado en la tempestad del viento, cuyo poder arrancaba árboles y destejaba casas. Hubo personas perdidas, y el mal era nacional, no solo en la ciudad, sino por todos los terrenos del país. Juan José y Elena tuvieron que refugiarse en un hotel cuando la casa donde se hospedaban se inundó de agua, ellos ayudaron lo más que pudieron, hasta donde sus fuerzas de personas adultas les dieron el aguante en sacar agua de la casa y rescatar lo perdido. Pero al final cedieron. De camino al refugio, por la calle, observaron cómo la gente luchaba incesantemente, con los ojos resguardando el trauma del presente, para salvar sus propiedades; muchos llamaban a gritos personas que no encontraban, otros buscaban entre los charcos comida, ropa, incluso dinero. Para Juan José era frustrante no poder ayudar, mirar con sus propios ojos a personas ahogarse entre las corrientes de agua que corrían por la ciudad.
El aeropuerto estaba inservible
Muchas cosas se cancelaron, el plan fue totalmente interrumpido, pero Juan José y Elena estuvieron arrojados más que nunca a colaborar con el inminente torrente de necesidad creciente a su alrededor. Su misión allí era servir, aunque con un plan de actividades definido, en ese momento, luego del intempestivo estropeo del cronograma, buscaron la manera de ayudar en lo que más pudieran. Además de la noticia de que el aeropuerto estaba inservible y por consiguiente era imposible su regreso a los Estados Unidos, era claro que tendrían más tiempo del planeado para realizar un rol misional.
Viajaron hacia el sur de Honduras, a la región de Choluteca. Allí colaboraron en lo que más pudieron, repartieron comidas, atendiendo a los heridos, realizaron cuanto fuera necesario. Eran muchas las personas que se habían quedado sin nada y a quienes pudieron ayudar lo hicieron. El pastor Juan José escribió un informe posteriormente con nombres detallados de las personas quienes fueron el destino de sus colaboraciones económicas, cuyo monto tuvo que duplicarlo con dineros propios.
Niños hurgando en la basura, pidiendo dinero
Es uno de sus proyectos la apropiación de un terreno cultivable que ha prestado a campesinos de la zona para que lo trabajen y puedan vivir del lucro de sus sembrados. Todo se perdió, el terreno se destruyó por completo con el paso de los huracanes. Ahora necesitan doble ayuda, la ayuda para recuperar el terreno y la ayuda para ponerlo a trabajar. Es en estos sitios donde el pastor vio –pero seguramente esto se duplica por todo el territorio nacional- niños hurgando en la basura, pidiendo dinero, sujetando y jalando del brazo a todos los adultos con la misma pregunta en sus labios:
-¿Necesita que le ayude en alguna cosa? ¿Tiene algún trabajo para mí?
Finalmente el pastor y su esposa volvieron a su casa en Sarasota el 16 de diciembre, pero el recuerdo se ha quedado de nuevo en su corazón, como sucedió una y otra vez desde que se fueron de allí.
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