
Desde que tengo memoria, he admirado la pasión de mi padre por el pastorado. Crecí acompañándolo a predicar en diferentes lugares, viajando a pueblos y comunidades rurales de la región Caribe colombiana en actividades evangelisticas. Recuerdo con emoción sus palabras desafiando la fe de los enfermos y afirmando con convicción que en Cristo hay salvación.
Por otro lado, mi madre, una incansable y amorosa maestra de escuela dominical, tocó mi corazón con su ternura y dedicación. La veía preparar sus clases con esmero, enseñando a los niños cada domingo con paciencia y amor. Su ejemplo me instruyó que el ministerio no solo es enseñar, sino también servir con entrega y pasión.
Dado a esta inspiración de parte de mis padres, siempre he anhelado con todo mí ser recibir mis credenciales pastorales. Ser pastor no es solo un título para mí, sino el mayor galardón que mi corazón ha deseado.
En el año 2024, fui entrevistado en varias ocasiones por diferentes miembros de la conferencia Mosaico en el proceso de obtención de mis credenciales. Cada conversación fue un espacio donde pude compartir mi caminar, mis vivencias y mi llamado. Me sentí como un niño en una juguetería, con el corazón lleno de alegría y gratitud.
El día en que recibí el mensaje de aceptación fue inolvidable. Abracé a mi esposa y lloré de felicidad. En ese instante, mi mente viajó por los recuerdos, los procesos y las experiencias que Dios me permitió vivir hasta ese momento.
Finalmente, en 2025, viajamos a Medellín, Colombia, para recibir oficialmente mis credenciales. Fue una mañana de domingo fría y lluviosa, un escenario perfecto para recordar las maravillas de Dios. En una ceremonia sencilla, rodeado por la majestuosidad de la Cordillera Central de los Andes Colombianos, bajo un kiosco sin paredes donde el canto de las aves acompañaba el momento, fui llamado al centro por el hermano Marco Güete.
Sentí las manos de mis hermanos sobre mí y, con ellas, la presencia de Dios envolviéndome. Cuando recibí mis credenciales, mi corazón se llenó de gratitud y humildad. Un sueño se había hecho realidad.

Mi esposa estaba a mi lado, mientras mis hijos corrían entre la lluvia disfrutando la naturaleza. En mi corazón, anhelaba que mi comunidad, Resplandece Mennonite Church (Pembroke Pines, Florida, EE. UU y híbrida), pudiera estar presente físicamente. Sin embargo, gracias a nuestra conexión híbrida, les compartimos un video y algunas fotos. Poco después, a través de WhatsApp, una lluvia de mensajes de felicitaciones y afirmaciones llenó mi alma de gozo.
Fue un domingo maravilloso, un día que quedará grabado en mi memoria. Cerramos la jornada con una deliciosa comida tradicional colombiana, celebrando no solo un logro personal, sino la fidelidad de Dios en este llamado que ha marcado mi vida.

Manuel García
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