Si un adulto del siglo XV conociera de forma inverosímil a un joven de nuestra época se llevaría más que nada una sorpresa que no lograría comprender con facilidad. Escarbaría entre su mente cualquier elemento que le diera las bases para entender lo que tendría frente a sus ojos, esa personita joven con un montón de aparatos luminosos y musicales que le brotan por cualquier parte del cuerpo, además con una visión de los derechos liberales y una manera de tratarse con los mayores bastante diferente a como los jóvenes de su misma línea del tiempo lo hacen. Al final no quedaría otra que recurrir a la clarividencia de su imaginación y terminaría por pensar acertadamente que esa personita no pertenece a un lugar diferente que al futuro.
Como un espejismo futurista son también los hijos e hijas de matrimonios interculturales en nuestro país de adopción Estados Unidos. Y de estos adolescentes tenemos varios en nuestras iglesias. Son jóvenes también algo extraños para nuestros ojos, al igual que un adolescente lo sería para nuestro adulto del siglo XV, porque retan los estándares absurdamente adquiridos por eso que hemos llamado raza, ellos y ellas no son necesariamente morados, no son necesariamente verdes y tampoco son estrictamente azules. Pueden gozar de un bello color de piel verde y al mismo tiempo contar con ojos color morado y cabello color azul. Y son un testimonio de algo incluso más allá del presente, porque son los rostros de lo que veremos –y haremos parte- allá en el cielo, cuando toda la creación se reúna con su Creador.
Andrés Castillo es uno de estos jóvenes. Su madre Marta y su padre Julio lo concibieron uniendo lo mejor de cada uno, tanto en el sentido de sus personas como en el de sus países, pues Marta es estadounidense y Julio es colombiano.
Una persona desde afuera puede hacer observación y análisis de la congregación Nueva Vida Norristown y ver los detalles en su proceso como comunidad de fe que ha transitado hacia cada día ser más intercultural. Esta comunidad comparte edificio y, algunos domingos al mes, servicios entre tres comunidades que son de diferentes orígenes culturales: la anglosajona, la afrodescendiente y la latina. Pero para los ojos de una persona como Andrés Castillo, simplemente así siempre fueron las cosas. Sus ojos de niño lo comprendieron de ese modo, que el mundo, igual que su familia, y por lo mismo su iglesia, era por incorregibles reglas de la naturaleza una mezcolanza de colores, acentos, idiomas y puntos de vista.
De nuevo, y tomando como gran ejemplo a Andrés Castillo, hoy un joven universitario, que pasó su infancia en la iglesia como Jesús lo hizo en la sinagoga de su pueblo.
The opinions expressed in articles posted on Mosaic’s website are those of the author and may not reflect the official policy of Mosaic Conference. Mosaic is a large conference, crossing ethnicities, geographies, generations, theologies, and politics. Each person can only speak for themselves; no one can represent “the conference.” May God give us the grace to hear what the Spirit is speaking to us through people with whom we disagree and the humility and courage to love one another even when those disagreements can’t be bridged.